viernes, 27 de septiembre de 2013

Día ideal

  

     Día ideal, un sol gigante, una leve brisa que avanza por los rincones del campo y mente. En mis manos un canuto y en mis oídos Patti Smith cantando desenfrenada contra el sistema, pero hoy no quiero pensar en basura, ni cuestionarme el porqué del engranaje, sólo quiero dejar llevar mi cerebro a algún lugar extraño, disfrutar una nota musical y sentir los rayos del sol en mi cuerpo mientras estoy tirado en el pasto. 

   Desperté de modo natural, sin alarmas o ruidos ajenos, mis ojos se abrieron lentamente luego de una jornada intensa de sueños y pensamientos, allí tirado en un colchón me quedé bastante tiempo sin querer moverme sólo disfrutando de tan relajado momento y a pesar de que las demás personas del hogar estaban con sus cabezas en otros lados me dedique a no intervenir en sus quehaceres o ideas que atravesaban sus neuronas, sólo compartir una sonrisa y buen sentido del humor. 

Nicolás Cuevas

lunes, 16 de septiembre de 2013

Las utopías son putas de miedo


   No a las damas, amor, nos habían dicho, cuando una noche al centro del valle, en un sueño de perro, se nos apareció el amor perfecto; calzaba sandalias rojas de plástico transparente, toda ella iba mojada, el pelo libre de caer sobre la túnica magenta que se le pegaba a las tetitas  de perra joven;  olía a sal,  a transparencia, a imaginación, a hornacinas, a trébol de cuatro hojas; dos aros de oro puro terminados en una perla pequeñita y perfecta la perforaban por lo lóbulos; nosotros hicimos una cola, una larga e inacabable cola donde ninguno acabó nunca; yo le mamaba los pezones por sobre la bambula magenta de la túnica; al final, la sentíamos adentro, por aquí, en el bajo vientre, toquen, nadando como un pez fosforescente en una redoma demasiado pequeña para sus ganas; pero nosotros sabíamos que las utopías son putas de miedo, algo había que hacer para ahuyentarla. 

   -No tenemos patria, ciudadana, le gemimos, -somos Nadie gritando Nadie nos ataca. -ámenme un poquito más -susurró la puta- hasta que acaben en mis sábanas; pero nosotros sabíamos que eso era un paso más hacia la muerte, oscura esta muerte y lenta, la india cruel se nos iba abriendo como fauce, la muy magenta, la pringosa, fétida a sal, oro, a transparencia, a horno a trébol de cuatro ojos penetrantes, quemados: -ámenme un poquito más- gruñía, mientras la noche no acababa, la noche nunca acababa. 

Thomas Harris

Mala Piel


   Piel que pora no podría ser otra piel de durazno negro; pigmento oscuro no otro, más que oscuro, no otro. Crin sufroso el sayo que lo cubre y tizna, si aquél blanco horadara negro piel, o la negrura espesa el corazón tensara rojo piel blanca y por blanca virgínea, verrugosa la oruga sedara el silencio de aquél vellocino. Pigmento de sedas avienta la oruga. Su brillo opacara así, empolvando las estrías que trepana la cintura hacia lo velloso; lamé cerrara y abriera hondo. Pígmea su lamé bellosida plateara la sien; guante sintético de la mano que el guante esconde, vacilante al tacto.

Carmen Berenguer 

Los nuevos pueblos



   Y era tu cara el borde de estos cielos, el manto mío de las estrellas. Al mirar hacia arriba no vi nada  sino tu permanencia, las pinturas de tu rostro, la deriva de tus antepasados inundando las altas nubes. Esos son los ríos que se abren. En otro tiempo fuimos encontrados y ya vivimos en las primeras células, en los abismos de los mares, en las primitivas danzas que el asombro le ofreció al fuego.

   Por eso somos ríos que se abren, brazos, cauces, torrentes arrojados de un agua única y primigenia. Nada se diferencia de lo que somos y nada de lo que es está fuera de nosotros. Tú resumes las viejas tribus, las cacerías, los primeros valles sembrados y mi sed recoge en ti toda la saga de  este mundo. No son mitos, el mito es la mentira: que sólo existimos una vez, que cada uno es sólo uno. Todos viven en ti y tú vives. Las olas del tiempo inmemorial y las estrellas. Oh sí manto mío de mis estrellas; la noche te habla antes de sucumbir al día, las grandes batallas perdidas, el pasto de los antiguos clanes y de las tribus remontando por nuestros cursos el corazón de los caminos del corazón y tus tocadas praderas. 

Raúl Zurita


El viajero de sí mismo


 Voy pisando cadáveres de amantes y viejas tumbas llenas de pasado, cubierto con cabello horripilante del gran sepulcro universal tragado. Acumulo mi yo exorbitante y mi ilusión de Dios ensangrentado, pues soy un espectáculo clamante y un macho-santo ya desorbitado. Mi amor te muerde como un perro de oro, pero te exhibe en sus ancas de oro. Winett, como una flor de extranjería. Porque sin ti no hubiera descubierto como una jarra de agua en el desierto la mina antigua de mi poesía.

Pablo de Rokha

La Poesía es un atentado Celeste


   Yo estoy ausente pero en el fondo de esta ausencia, hay la espera de mí mismo y esta espera es otro modo de presencia. La espera de mi retorno, yo estoy en otros objetos ando en viaje dando un poco de mi vida a ciertos árboles y a ciertas piedras que me han esperado muchos años, se cansaron de esperarme y se sentaron

   Yo no estoy y estoy, estoy ausente y estoy presente en estado de espera, ellos querrían mi lenguaje para expresarse y yo querría el de ellos para expresarlos he aquí el equívoco el atroz equívoco

   Angustioso lamentable me voy adentrando en estas plantas voy dejando mis ropas se me van cayendo las carnes y mi esqueleto se va revistiendo de cortezas. Me estoy haciendo árbol Cuántas cosas me he ido convirtiendo en otras cosas... es doloroso y lleno de ternura

Vicente Huidobro