Sentados frente al fuego que envejece miro su rostro sin decir palabra. Miro el jarro de greda donde aún queda vino, miro nuestras sombras movidas por las llamas.
Esta es la misma estación que descubrimos juntos, a pesar de su rostro frente al fuego, y de nuestras sombras movidas por las llamas. Quizás si yo pudiera encontrar una palabra.
Esta es la misma estación que descubrimos juntos: aún cae una gotera, brilla el cerezo tras la lluvia. Pero nuestras sombras movidas por las llamas viven más que nosotros.
Sí, ésta es la misma estación que descubrimos juntos. —Yo llenaba esas manos de cerezas, esas manos llenaban mi vaso de vino—. Ella mira el fuego que envejece.
Jorge Tellier
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