martes, 30 de octubre de 2012

Llenando vacíos



   Ella estaba ahí como de costumbre borracha. En el mismo bar a la misma hora de siempre. Si había alguna regla que debía seguir era simplemente hacer lo que hay que hacer.
   Desde luego fumaba su mágico porro, para disimular la nostalgia que guardaba. Mientras tomaba una copa de vino, una tras otra, buscaba el mejor ángulo para encontrar eso que a ella tanto le gustaba. En uno de los tantos tragos, un hombre de mal aspecto, pero gran atractivo le sugirió un cigarro.
   Ella como siempre acepto el cometido sin dejar pasar la oportunidad. Luego de más de tres copas, unas cuantas risas y demases se tomaron perdidamente, basándose sin controlarse, un beso tras otro. Una caricia intensa y profunda. Hasta saciarse mutuamente. Finalmente el la tomo con gran intensidad y fuerza entregándole seguridad en cada maniobra. Y ocurrió lo de siempre, lo que habitualmente ella esperaba. Un buen polvo para llenar vacíos.

Paz Huenulao

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