Una noche, un hombre que regresaba a su casa encontró a un vecino debajo de una farola buscando algo afanosamente.
-¿Qué te ocurre?- preguntó el recién llegado.
-He perdido mi llave y no puedo entrar en casa- contestó este.
-Yo te ayudaré a buscarla-
Al cabo de un rato de buscar ambos concienzudamente por los alrededores de la farola,
el buen vecino preguntó:
-¿Estás seguro de haber perdido la llave aquí?-
-No, perdí la llave allí- contestó el aludido señalando hacia un oscuro rincón de la calle.
-Entonces ¿qué haces buscándola debajo de esta farola?-
-Es que aquí hay más luz-
Esta clásica historia, muestra una pauta de conducta muy habitual en personas involucradas en el camino del conocimiento y que representa un obstáculo nada desdeñable: buscamos donde sin duda hay más luz, pero donde nada encontraremos, porque nada se nos perdió allí. La enseñanza es clara y precisa y se centra en la pérdida de contacto con la realidad. Sabemos que la cotidianidad es dura, aburrida, y difícil, pero es justo en ésta realidad cotidiana del día a día junto a las personas que nos rodean, donde se encuentra la llave, la clave,que nos permitirá entrar en nuestra casa, en nuestra intimidad, en definitiva, en nosotros mismos.
Cristiándrilo Ríos
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