De hacerme de ese espíritu maligno, lo guiaría a envenenar, al espía silencio de esa noche alcoholizada, al que busca y no se encuentra, al que quisiera ya no ser un viajero de tenebrorsas pesadillas.
De deshacerme en ese espíritu maligno, lo transportaría hasta el flagelo a cagarse con el soy y evaporarse en el paisaje de las mentes y de los viajes de los que sufren y no mueren los que quisieran ser mensajeros hasta esos siempres de esperar a sucumbir en el despertar incomprensible.
Gustavo Napoli
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