domingo, 29 de diciembre de 2013

Corre que te pillo


Acción, suspenso, muerte y violencia extrema. “Breaking Bad” o “The Walking Dead” son producciones que han caracterizado tales contenidos, incluso haciendo apología a la muerte y violencia desmedida,  factores atractivos mundialmente. Pero te imaginas mezclar esos elementos en una exitosa serie sobre carteles de drogas pero inmersa en el territorio donde viven los “jaguares” de Latinoamérica.

Al igual como titula una reconocida canción de Soda Stereo se bautiza a la serie producida por la franquicia televisiva HBO, donde un grupo de narcotraficantes destruye los pilares republicanos e institucionales de un país. Chile, la emergente potencia sudamericana abatida por carteles de drogas, problemas asociados históricamente a países caribeños, ajeno a naciones serias, fundadas bajo el orden y miedo, que hoy funcionan como puente económico para el mercado.

La ambición de poder, fortuna y éxito fugaz se consigue a través del negocio turbio, las mismas carencias y problemas sociales influyen su desarrollo. En Prófugos no hay buenos, puedes simpatizar con algún bando pero todos han sido corrompidos por el amado dinero, divisa que es capaz de unir a ex cenetas (CNI) y frentistas (FPMR), homofóbicos y homosexuales, policías con traficantes y familias disfuncionales con poderosas cúpulas oligárquicas.

Los integrantes del cartel Ferragut utilizados como chivos expiatorios por el Gobierno de turno son perseguidos y puestos en prisión con el fin de lavar su imagen ante el narcotráfico, de esta manera, la segunda temporada se inicia con la espectacular fuga desde la cárcel de alta seguridad. Por ende, deben huir de un lugar a otro, haciendo la mejor publicidad y proyección turística de Chile, exhibiendo el lado bello de la nación a través de sus diversos climas y paisajes, desde el desierto de Atacama a las Torres del Paine. Localidades que participan directamente en la seducción visual, además, del tratamiento técnico de las cámaras que facilita la atención.

La historia muestra una cruda realidad con morbo exacerbado ante una sociedad conservadora, incapaz de ver o imaginar a su patria destruida por las drogas duras y macabros asesinatos.  A su vez, el road movie es fortalecido de un tremendo elenco compuesto por Alfredo Castro, Francisco Melo, Blanca Lewin, Amparo Noguera, Aline Küppenheim, entre otros. Y nutrido de sobresalientes personajes y destacadas actuaciones por parte de Luís Gnecco, pues personifica la inhumanidad en Mario Moreno, transmitiendo rabia, furia, odio e ira en cuotas de enajenación y humor. O el caso de Benjamín Vicuña desmarcado de su rol de galán, sin caer en el prejuicio por su aspecto. Sumado a la capacidad actoral y emocional  de Néstor Cantillana.

El éxito de la segunda temporada de Prófugos es producto de un gran trabajo de producción, sostenida por su idea, trasfondo, aspectos técnicos reflejados en efectos especiales de alta calidad y dirección a cargo del venezolano Jonathan Jakubowicz y Pablo Larraín (“Fuga”, “No”, “Tony Manero”, “Post mortem”). Instalando al espectador en un submundo incomprendido, carente de valores, donde las armas son amigas inseparables e inmunes herramientas de traición. La serie cautiva al mantener expectante a la audiencia a través de un juego emocional, suspensivo, violento y sanguinario de la trama.

Los  fugitivos seguirán huyendo, buscando nuevos aires para su organización y adquisición de recursos. El quinto poder ya está instalado pero de modo invisible, camuflado, escondido, al igual que los prófugos que viajan sin lugar de destino.


Nicolás Cuevas P.  

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