Las estrellas sobre nuestras cabezas, y más allá un manto de luces que representaban la civilización. Alrededor de la montaña vegetación, piedras, y fuego que daba indicios de humanos en condiciones naturales, dejando sus disfraces, despojándose de las estructuras sistemáticas, danzando en una lluvia de estrellas, contemplando la sutileza del mundo, observando los fugaces deseos de prosperidad y sueños. Cantando, tocando música abrazábamos la libertad. El fuego de nuestras almas al unísono celebraba el jubilo, el fin de una era, el comienzo de una nueva. Y el baño espiritual revitalizó los síntomas de esperanza y vida. Bienvenida energía estelar, agua luna de armonía, paz y felicidad.
Nicolás Cuevas
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